Alguna vez se han puesto a pensar en que cada cosa que consumimos, como el agua, los alimentos, la gasolina, la energía eléctrica, los plásticos, los aparatos electrónicos, todas estas tiene una presión sobre los recursos naturales.
Es decir, cada cosa que utilizamos para satisfacer nuestras necesidades tiene un impacto, y repercute en la cantidad de recursos naturales que podemos regenerar o en la escasez de aquellos que no son renovables como el petróleo o el agua.
Y es que todos los seres humanos, plantas y animales del planeta requieren de alimento, energía y agua para crecer y vivir. En el caso del ser humano, la cantidad de recursos que utiliza depende de nuestro estilo de vida.
Pero cómo medir el impacto personal, comunitario, regional, nacional o global, esta pregunta se la hicieron en 1990 en la Universidad de Columbia Británica Mathis Wackernagel y William Rees quienes concibieron el término de Huella Ecológica.
La huella ecológica mide la superficie de la tierra y del agua que requiere una población para producir el recurso que consume y absorber sus desechos usando la tecnología actual. Cuando medimos la huella ecológica el resultado se traduce en la cantidad de planetas necesarios para satisfacer nuestras necesidades.
Imaginemos que los recursos naturales son los activos con los que contamos para gastar en un periodo determinado, pongamos 1 año como ejemplo, si así fuera a mediados de agosto estaríamos agotando los recursos que la Tierra puede regenerar cada año, en otras palabras a nuestro Planeta le toma 1 año 5 meses para regenerar los recursos que usamos en 1 año.
Creen que si más gente supiera de este tema lograríamos disminuir los impactos que tenemos en el Planeta, seguramente nos daríamos cuenta que los recursos son limitados y que no hay más de lo que tenemos en la Tierra.
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