Biocombustibles ante la crisis de los combustibles fósiles

Desde hace más de 40 años se ha hecho evidente que el ritmo de crecimiento de la población mundial y la demanda de productos que se están consumiendo demandan a su vez más energía, por otro lado la globalización y el comercio internacional pone al alcance de todos productos que pueden viajar miles de kilómetros.

El desplazamiento de productos y de nosotros mismos dentro de las ciudades y de una ciudad a otra demanda combustibles para los diversos medios de transporte que utilizamos, las distancias se vuelven tan grandes que en ocasiones es complicado poder tomar como una opción un transporte alternativo como la bicicleta o caminar. 

La mayoría de los medios de transporte que utilizamos hoy necesitan de combustible para poder moverse, entre gasolina, diesel, gas carburante y hasta turbosina, especial para los aviones, el problema es que todos estos son derivados de combustibles fósiles, es decir, de fuente no renovables de energía. 

Sin embargo desde hace algunos años se ha comenzado a producir combustibles a través de fuentes renovables de energía que nos permitan disminuir el impacto ambiental y tener un aprovechamiento responsable de las fuentes energéticas que existen en el planeta. 

Los biocombustibles provienen de la biomasa: materia orgánica originada en un proceso biológico, espontáneo o provocado, utilizable como fuente de energía. Para la obtención de los biocombustibles se pueden utilizar especies de uso agrícola tales como el maíz o la caña de azúcar, o plantas oleaginosas como el girasol, la higuerilla o la jatropha. También se pueden emplear especies forestales como el eucalipto y los pinos.

Al utilizar estos materiales se reduce el CO2 que es enviado a la atmosfera terrestre ya que estos materiales van absorbiendo el CO2 a medida que se van desarrollando, mientras que emiten una cantidad similar que los combustibles convencionales en el momento de la combustión.